Una maravilla, y perdonen la redundancia. Así es la taberna Casa Maravillas, que recrea las tascas y las tabernas castizas de toda la vida en los pequeños y en los grandes detalles. Una declaración de principios -y hacer- que vemos reflejada en su cuidada decoración -baldosas, mobiliario y cartelería vintage- y en la que no falta de nada para sentirnos como en una taberna antigua.
Si queremos tapear algo con una cerveza bien tirada hemos elegido bien, y entre otras sugerencias para disfrutar de la amplia y bonita barra de Casa Maravillas, nos decantamos por las croquetas, la ensaladilla de gambas, la oreja a la plancha, los callos isabelinos o el delicioso rabo de toro.
Si preferimos pasar a alguno de los salones de Casa Maravillas -uno nada más entrar a la izquierda, otro en la planta de abajo y un fantástico apartado- óptimo, se nos ocurre, para una buena comida o cena en grupo-. Una vez confortablemente sentados una muy buena elección es decantarnos por su cocido servido en tres vuelcos y que se elabora todos los días del año, sin importar si es verano o invierno, símbolo de una casa cuyo afán es deleitarnos con recetas clásicas e inolvidables de la cocina castiza.