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3 tascas de toda la vida reinventadas
Lo confesamos: nos gustan los planes “viejunos”. Los domingos de cañita “bien tirá” y pincho de tortilla jugosona; pasar la tarde hincando el codo en la barra del bar; las tapas gratis con la cerveza y pedir “¡otra ronda!” a grito “pelao”: no hace falta más para ser feliz. Hoy te chivamos cuatro bares de toda la vida que han sido reformadas en los últimos años al gusto de los foodies modernos de hoy. Toma nota de las siguientes tascas renovadas, ¡qué nos vamos de cañas!
Bar Benteveo, la barra con más chispa de Lavapiés
El Benteveo (Santa Isabel, 15) es uno de esos bares donde reina el griterío y cierto caos ordenado que se traduce en un espacio con sabor y ambientazo. Así somos: nos gustan los locales auténticos, con todas las consecuencias, y Benteveo es uno de ellos.
Tras una pequeña reforma por parte de los nuevos propietarios, este bar -a tiro de piedra de Antón Martin- te va a conquistar con su tradicional barra larga rematada en latón; sus muebles vintage (auténticos, no de los “de palo”); sus mesas apiñadas en las que echar la tarde y sus cañas. ¿Pica la ‘gusa’? Dale a su carta de picoteo: sándwiches, hummus, empanadillas, hamburguesas y su irresistible lomito argentino, ¡Aquí se viene a gozar!
Café Pavón, alma castiza en un local con historia
Dicen que los adjetivos castizo y moderno se conocieron en la barra del Café Pavón (Embajadores, 9) y se fueron de cañas juntos: desde entonces son inseparables. Y es que, si hay un bar que enamora por su perfecto equilibrio de lo de ayer y lo de hoy ese es el Pavón, justo al lado de la plaza de Cascorro.
La jarana se huele a lo lejos: según bajas la acera ya te topas con su terraza, siempre hasta la bandera (que diría tu abuela). A su vera, un local amplio y luminoso reinaugurado en 2015 después de pasar por “chapa y pintura”, eso sí, respetando las señas de identidad del local. Entre otras cosas, la restauración del Pavón (el nombre, por cierto, es un homenaje al Teatro Pavón, al que antes pertenecía el local) recuperó el artesonada de madera original de 1924, la barra de zinc de la época y los azulejos de las paredes que mandó poner Anasagasti, el arquitecto del café inicial, ¡una joya! ¿Y de comer? Pues una carta sencillita, pero matona, en la que se incluyen clásicos castizos como la tortilla de patata y la ensaladilla rusa. ¡Ah! No dejes de preguntar por su “plato del día” (nos han chivado que tienen una lasaña de aúpa).
La Mina, una tasca renovada en Chamberí
¿Sabes esos bares en los que el camarero te conoce por tu nombre y sabe perfectamente con qué tapa te gusta la caña?: Taberna La Mina (General Álvarez de Castro, 8) es uno de ellos. Ni postureo, ni falta que hace: estamos ante un bar de barrio auténtico. Eso sí, con su correspondiente dosis de moderneo. Y es que esta taberna castiza (inaugurada nada más y nada menos que en 1949) se ha renovado recientemente, eso sí, manteniendo su solera: ahí siguen su suelo de gres lleno de historias y su barra de mármol “de las de siempre”… todo salpicado de guiños actuales como el ladrillo visto o los azulejos “metro” de moda (ya sabes, “lo nuevo es lo viejo”).
¿Y de comer? Ellos presumen de servir unas gambas a la plancha de escándalo y las “buenas lenguas” dicen que sus pinchos morunos hay que pedirlos sí o sí. Acompáñalo con unas cañas en su barra o en su terraza, ¡y a vivir!