La ubicación no puede ser más espectacular: un antiguo palacete de cuatro plantas en la esquina del callejón de Puigcerdá en el corazón mismo del Barrio de Salamanca. Recientemente reformado, el espacio es elegante, moderno y muy bonito con predominio de materiales nobles, la forja y el ladrillo visto. Cuenta con una animada barra elíptica en la planta baja donde se ofrecen raciones, tapas y pinchos para aquellos que prefieren compartir unas raciones, unos pinchos o una comida informal de forma distendida y dinámica, además, claro está, de tener un amplio comedor para los que prefieran otro ritmo.
Entre los platos más sabrosos, destaca el canelón asado de ave, el usuzukuri de pez mantequilla y trufa negra o la espectacular ensaladilla rusa, los callos, la fabada o los antológicos langostinos que se ofrecen fuera de la carta, por citar algunos platos de una carta de corte mediterráneo cuidada hasta el mínimo detalle, protagonizada por el producto de máxima calidad. Déjate un sitio para sus exquisitos postres caseros como el souflé de vainilla de Tahiti.