Solo podemos decir cosas buenas de este lugar. Es el restaurante más entrañable de la zona y ello se debe a que el trato del personal es inmejorable, y la calidad de su cocina buena. Sin grandes pretensiones, las raciones son estupendas, los menús muy completos y variados. A pesar de las archiconocidas raciones de pulpo a la gallega, navajas, sepia, calamares, mejillones, chuletillas de lechal, el toque peruano que le imprimen Carmen y Jaime lo hacen un lugar único. Tienen terraza fuera para el buen tiempo, saben tirar bien la cerveza y ponen con ella una tapa bastante maja (a veces paella).