Este gastrobar balear es una de las mejores noticias del reciente Chueca. Se hacen a mano, artesanalmente y a diario, las estupendas cocas —de sobrasada, foie, morcilla, butifarra o vegetal— y los cocarrois, empanadillas de verduras, carne o callos. Las raciones son soberbias: las hay de boquerones, croquetas, de atún marinado con salsa de percebe o codillo a las hierbas. Para algo rápido, puedes resolver con un llonguet, o bocadillo caliente (nos gusta el camaiot, con queso de Mahón, el Pastrami, con salsa de la casa, y el premó picante, con tomate, pimiento verde, cebolla, atún y piparra).
No pueden faltar las ensaimadas, lisa, con caballo de ángel o con sobrasada con calabaza dulce. De la tienda: aprovecha y degusta una latita de mejillones, berberechos, navajas, sardinas o sardinillas encima. Fermentera completa su oferta gastronómica con sus exposiciones de fotos. Da gusto echar un rato en este joven local enladrillado y pintado de blanco. Por cierto, también dan desayunos.