A Ñora

A Ñora sorprende porque es un espacio espectacular, donde las mesas y las sillas proliferan por doquier: redondas, cuadradas, altas, bajas… Un mobiliario elegido por su comodidad y su diseño. Nos gustan, y mucho, las amplias cristaleras  de su interior que dejan que la luz invada el local de dos plantas. La de abajo con la barra, desde la que se puede ver la cocina con el personal trabajando de buen talante. La parte de arriba cuenta con otro comedor y una sala íntima muy agradable.

Espacio y diseño aparte su carta sorprende. De lunes a viernes se basa en un menú del día de productos frescos (no sirven pescado de piscifactoría) y por las noches y los fines de semana, cuando no hay prisa por volver a alguna de las múltiples oficinas que pueblan la zona, puedes probar sus especialidades: mejillones tigre, croquetas, bao de rabo de toro, mollejas de cordero con butifarra, los chipirones encebollados (damos fe de que están buenísimos), alguna de sus carnes, pescados o arroces (de rabo de toro, marinero o verduras). Jorge nos cuenta que el restaurante es un proyecto cuajado a lo largo de muchos años de ilusión, vivencias profesionales y la búsqueda de la excelencia en la comida. No nos cabe duda que la han conseguido.