Muy solventes las raciones y las tapas –con especial atención a pescados fritos, calamares y pulpo– ricos los menús del día que cumplen con notable y, eso sí que sí, una ubicación de lujo.
Desde su terraza a pie de suelo, muy agradable en verano y en invierno, se disfruta de la animación de la preciosa calle Santiago: allá el Mercado de San Miguel, más abajo la Plaza de Ramales... De vez en cuando no hay como pararse a tomar un fresca cerveza y ver a la gente pasar porque estamos en una esquina privilegiada de Madrid. Así da gusto en este bar tradicional, de los de toda la vida en los que encontramos calidez y simpatía.