Le hacía falta a esta simbólica y popular zona de la ciudad-estamos a pocos pasos de la Puerta de Sol- un lugar como Serafina Cocina. Y le hacía falta porque algunas veces el tráfago de turistas aturde al más preciado de los sentidos: el sentido común.
Algo, además de una buena dosis de amabilidad y profesionalidad, de lo que andan sobrados en este bonito y amplio multiespacio gastronómico cuya decoración tiene el don de equilibrar la estética industrial y la sensibilidad y calidez vintage en su justa medida. El cuidado de los detalles y de la materia prima se deja notar nada más darle un bocado a las cremosas y sabrosísimas croquetas de jamón, todo una metáfora y un símbolo del cariño que ponen en su cocina a los platos que elaboran. Porque en Serafina Concina se puede desayunar, almorzar-bien por el menú nuestro de cada día-, tomar el café, cenar o darle la vuelta al reloj cuando la noche ha borrado la luz del cielo. Definitivamente hay que repetir.