Bienaventurados sean los bares nuestros de cada día, esos que abren al punto de la mañana y cierran metida la noche en su descanso. Como el bar de Rubén y de María que lleva más de 25 años atendiendo con atención y campechanía a su clientela.
La Caleta es un afable y discreto bar con terraza que, además de tener una cocina casera estupenda –imprescindible probar sus torreznos de Soria o sus croquetas caseras de gachas–, se ha especializado en ese manjar que tanto nos gusta: las hamburguesas. Tenemos la de pollo crujiente, la gallega que lleva ternera, lacón, queso de cabra, tomate, lechuga y cebolla crujiente, la de kobe, la de angus, la ibérica, la criolla con salsa chumichurri o la australiana.
Además ensaladas, sándwiches o tiras de pollo crujientes. Y cuidado, que María hace una tortilla de patatas riquísima.