Sencillez y buena materia primera son los secretos del éxito de La Leñera, un lugar donde las estridencias se dejan en la puerta. Los amantes de las buenas carnes–especialmente el lomo de buey–salivarán mientras preparan su corte favorito en la gran parrilla de carbón de encina.
Entrecot, chuletón, solomillo, chuletillas de lechal….. Lo de la Leñera es una sensacional armonía carnívora, sin olvidarnos de un pulpo a la brasa lleno de sabor, de unos guisos antológicos–fabada asturiana, pitu estofado, callos, fabes con almejas–o de una empanadilla riquísima. Y para los más lamineros un premio: todos los postres son caseros y artesanos.
En la Leñera puedes elegir entre sentarte en una de las mesas de su señorial comedor o disfrutar de su barra. Ah, el pan también es casero, algo muy de agradecer en una ciudad como la nuestra que a menudo olvida el placer que proporciona una buena hogaza de pan. Y es que aquí se cuida hasta el último detalle.