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La Ruta del Cocido en Madrid
Hemos hecho esta ruta del cocido de Madrid para que cuando el cuerpo empiece a pedirle sepas a donde dirigirte. Si hay un plato más cheli que el oso y el madroño, ese es, precisamente el cocido madrileño. Sin duda, una de las recetas más apegadas a la gastronomía de nuestra ciudad y que, a pesar de su origen humilde y rural, supo abrirse paso en la hostelería gracias a un sabor tan delicioso como honesto. Pero de sencillo tiene poco, porque en esta elaboración tan singular y que tanto apetece cuando asoma el frío la calidad del ‘arreglo’ es sin duda su eje vertical.
Chorizo, tocino, morcillo, gallina, hueso de jamón, zanahoria y patatas suelen ser los ingredientes que solemos encontrarnos. Pero hay quien le añade tuétano, judías o repollo, y hasta quien se atreve a cambiar la gallina por pollo para poner su toque personal. Al fin y al cabo, cómo bien suele decirse: ¡Cada maestrillo tiene su librillo! Por eso mismo he salido a la ciudad para seleccionar algunos de los mejores y, que por supuesto, no debéis perderos esta ruta del cocido de Madrid.
LA CRUZADA, la sopa es lo primero
La Cruzada (Amnistía, 8), la taberna más antigua de la ciudad, ha vuelto a abrir sus puertas hace algo más de un año con el antiguo equipo de cocina de Casa Carola. Ofrece un cocido en tres vuelcos (sopa, garbanzo y arreglo), y su desengrasada sopa es, sin duda, el santo y seña de esta exquisitez de plato. Aquí, además, se debe suplementar con una tosta de tuétano, uno de los bocados que dan personalidad a este restaurante cuya oferta consta de dos menús (Chuletón y cocido) y una carta breve, pero acertada.
Tras la cocción, su garbanzo de La Sagra mantiene algo de ‘diente’ o firmeza, pero cuando lo rompemos en boca se convierte en auténtica manteca. Mucho tienen que ver en la calidad de esos cocidos las casi cinco horas que pasan al fuego, y el hecho de ser tratados individualmente y con sumo mimo. Muy a destacar la suave morcilla, la gallina y una salsa de tomate con comino que la aporta un toque más dulzón.
MALACATÍN, más de 120 años de tradición
Esta casa, que adopta como nombre el apodo de un mendigo del Madrid de hace cien años ofrece, sin duda, otro de los mejores cocidos de la ciudad. El de Malacatín (Ruda, 5) es un guiso presentado en tres vuelcos, preparado con garbanzo de Castilla, chorizo leonés, morcilla asturiana, codillo ibérico y una sopa no desengrasada con mucho ahínco para dotarle de más sabor y una personalidad única. Cómo bien dicen ellos, parte de su secreto es también el agua de Madrid… la mejor.
Malacatín lleva más de 120 años en pie dando de comer en tono familiar y con aire cañí (como les gusta presumir), a base de una cocina muy tradicional plagada de grandes éxitos, cómo el pisto manchego, su ropa vieja o la pringá del propio cocido. Tampoco os perdáis sus callos, al igual que las tapas de su barra.
LA DANIELA, joven pero sobradamente preparado
El de La Daniela es el cocido más joven de esta selección, a pesar de que ya alcanza casi los 25 años de edad desde que abrieron su primer local. Suficientes para hacerse un hueco y demostrar que en su taberna se hacen muy bien las cosas. Su cocido madrileño es de tres vuelcos y se desengrasa al máximo para buscar la nitidez de un arreglo formidable en el que, en lugar de gallina, se emplea pollo. Aparte de su gran sopa, el garbanzo, también de Fuentesaúco, es mantequilla pura al deshacerse con gran facilidad.
Por si tras el cocido quedasen ganas de más, hay que decir que tienen uno de los mejores callos de Madrid, que se pueden degustar tanto en la barra de este histórico de la ciudad como en las de sus tres locales hermanos de Cuchilleros, Medinacelli y Bernabéu. Cocina tradicional a base de tapas que también resulta muy interesante para el tentempié de media mañana.
ay donde elegir en la extensa y variada carta de la Taberna de La Daniela, situado en la céntrica y popular calle Cuchilleros. Pero si por algo tiene reconocida fama este agradable local de estética castiza es por un cocido que quita el sentido de lo bueno que está. Un plato servido en tres vuelcos: primero la sopa, luego los garbanzos y la verdura, y por último la carne. Así, como mandan los cánones, las buenas maneras gastronómicas y la tradición. El buen hacer de esta taberna se sustenta en la elección y el cuidado de una materia prima de primer orden. Que siga así, y lo haga por muchos años.