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Restaurantes asturianos en Madrid. Mas allá del cachopo
Cada región está asociada a una serie de platos típicos para quienes no vienen de ella, por eso Valencia es tierra de paella; Madrid de bocata de calamares y Asturias de cachopos. Pero ¿os imagináis una dieta basada únicamente en este plato? Ni todos los valencianos se alimentan exclusivamente a base de paella, ni los madrileños van a acabar con las existencias de calamar. Entonces, ¿por qué los asturianos iban a alimentarse solo de cachopo? Puestos a acabar con estos tópicos, desde el equipo de Madrid Diferente nos hemos propuesto ir más allá y descubriros cuatro platos muy asturianos que también puedes tomar en Madrid con los que caer rendidos (una vez más) a su gastronomía.
El mejor cabrales del mundo, en Couzapín
Sencillo, con mesas de mantel blanco, decoración austera y barra clásica. Couzapín (Menorca, 33) no necesita un envoltorio espectacular, porque lo verdaderamente grandioso está en su cocina. Su carta bien podría haberla ideado una güela (abuela, para los de fuera del Principado), porque es pura tradición con pequeños toques actuales: a su fabada no le falta un buen compango y su merluza a la sidra es un despliegue de sabores. Pero si hay algo que nos conquistó fue su queso cabrales, que presume de haber sido galardonado en 2017 como el Mejor Cabrales del Mundo (el restaurante se hizo con su exclusividad en una subasta). Probarlo fue sentir Asturias en estado puro.
La fabada más tradicional, en Ferreiro
Nuestra ruta está llena de ganadores, porque la fabada de Ferreiro (Comandante Zorita, 32) fue seleccionada como la mejor de Madrid en 2017, así que ¿cómo no probarla? De hecho, cuenta con la D.O.P (Denominación de Origen Protegida). Es la receta clásica del guiso, con morcilla y chorizo asturianos, por supuesto. ¿El secreto de su éxito? No quisieron revelárnoslo, pero estamos seguros de que es el cariño con el que las hacen.
Y aunque haga frío o calor, entra bien si la acompañamos de una Mahou Cinco Estrellas para refrescar un poco el paladar entre cucharada y cucharada. El resto de la carta hace un recorrido por los diferentes pueblos de Asturias y sus platos más emblemáticos, como el arroz caldoso de Pitu Caleya, otro plato típico que levanta pasiones.
El pulpo a la brasa, en El Cogollo de la Descarga
La cocina de El cogollo de la Descarga (Hileras, 6) viene directamente de Cangas del Narcea—los paisanos reconocerán el homenaje a su patrona nada más ver el mural con el que el local recibe a sus clientes— y lo hace abriéndonos horizontes gastronómicos. Uno de sus platos estrella es el cachopo, sí (de hecho, galardonado como el mejor España en 2019), pero la zona oriental de Asturias se rige por sus propios preceptos gastronómicos. ¿En Asturias se quema el arroz con leche?
Pues ello no. ¿Y quién dice que el pulpo es exclusivo de Galicia? Los cangueses también saben sacarle partido a este cefalópodo y ojo, ¡menudo pulpo! En restaurante que luce una imagen más actual y desenfadada que sus paisanos lo preparan a la brasa, con ajo y servido con patatas pequeñas con piel. Irresistible y digno de lanzar un ¡puxa Asturies! Y si te quedas con ganas de más hazle hueco a su pixín (rape), que no necesita nada más que pasar un poco por la plancha para convertirse en todo un manjar.
El chorizo a la sidra, de Carlos Tartiere
Parece que en la zona de El Retiro hay una pequeña parte de Asturias, porque el restaurante Carlos Tartiere (Menorca, 35) comparte dueños (y pasión por la gastronomía asturiana) con el Couzapín. Tienen servicio de cocina ininterrumpido, por lo que cualquier momento es bueno para disfrutar de cualquiera de sus platos. Aunque son expertos en fabes (las cultivan especialmente para el local), sus pescados también merecen mención (los traen a diario desde las lonjas de Cudillero, Avilés y Burela). Pero nosotros teníamos ganas probar de una de sus opciones de picoteo más típicas, su chorizo a la sidra. Lo sirven con patatas asadas y un toque de pimentón que nos encantó y que nos dejó con ganas de coger la mochila y poner rumbo a Asturias.
Si os ha entrado hambre dejad hueco, porque esto es solo una breve demostración de todo lo que nos ofrece esta tierra, pequeña en extensión y grande en ambición culinaria.