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Sabemos que una buena hamburguesota entra siempre, y si es acompañada de un postrecito pues mejor que mejor. Goiko es una opción súper fácil y rentable, ya que cuentan con una hamburguesa cada día para que puedas elegir cual te apetece más y en qué momento ir. Además, puedes consultar el menú de toda la semana en su página web, fantasía. Ya solo te falta una Mahou fresquita para gozarlo de lo lindo mientras almuerzas.
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Nombrado así en honor al antiguo almacén en el que se encuentra ubicado, La china mandarina es una de las joyas del centro de Madrid por su comida fusión, platos veggies que OMG y un ambiente maravilloso en el que los perretes también tienen espacio. Si con todo esto no se te hace la boca agua y estás corriendo a por tu mesa, su menú del día, compuesto por una sopa o una crema sin lácteos (que para el fresquito que hace entra de lujo) y un segundo de carne o pescado, harán de La china tu opción súper healthy para la comida.
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Este restaurante es el rey de los menús. Y no, no estamos exagerando, su lema es Come a la carta y paga de menú. Que, a ver, sí, antes hemos dicho que pa’ qué complicarse eligiendo, pero, si no pides menú porque eres de los que dice “es que no hay nada que me guste” aun sabiendo que tu cartera va a llorar cuando termines, estás en tu sitio. Y si no te lo crees, ya estás tardando en ir a este gallego en la que los menús son completamente personalizables y están disponibles para cualquier ocasión. La enamorasión a primer menú es posible y, si le sumas cervecita, acaba en matrimonio.
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Un sitio acogedor, con comida casera de toda la vida y que nada le tiene que envidiar a la de tu abuela la del pueblo (it’s a fact). Este clásico del céntrico barrio de Lavapiés tiene uno de los menús más cuidados del centro de Madrid con unos platos de cuchara maravillosos, que ahora con el frío ya sabes que ni tan mal.
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Hay días en los que te levantas fancy/influencer y te apetece comer en un sitio donde poder posturear a gusto, que ya que tienes que comer pues aprovechas y dejas el feed bonito y así economizamos tiempo. Para esas ocasiones, La Pilla es la opción estrella: un local divido en dos espacios, uno de ellos colorido y el otro mucho más industrial, perfecto para guardar fotos en carrete de sobra. Además, cuenta con una carta de lujo elaborado por el chef escocés Andy Bryson. Un sitio de esos en los que repites más de una vez, pero fijo, vamos.
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